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La ansiedad que se viste de viento eléctrico. La ansiedad que sacude las palabras que callan todo pensamiento anónimo, cuando el Tiempo ya va en patinete supersónico y la vida se larga a toda prisa. Se va, siempre se va. Siempre se esta yendo a cualquier rincón y a ninguna parte.
Porque siempre uno se encuentra en ninguna parte. Y ninguna parte es libertad, alegría y belleza.
Belleza que captura el pintor cuando trata de plasmar la esencia de su particular Ninguna parte.
La ansiedad continua su tránsito. Su apresurado divagar, inventando a su bola la belleza y la alegría de cada latido. El latido de cada corazón que revienta a llorar en medio las aceras descosidas de asfalto. Corazones que lloran de desesperada alegría, mientras buscan a tientas esa invisible y armónica ternura.
La que aún hace posible el misterio y la alegría bella de la vida.
Dani T. D. 26/12/2019
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