Naufragando en el infierno diario
de la oficina de la mediocridad,
mientras la vida espera afuera
aparcada sobre la acera de la ansiedad.
Ocho horas de icontinencia amatoria,
ni puedo acariciarme tranquilo en el labavo
pensando en tus ojos de tigresa.
Aquí hay cámaras de vigilancia en cada rincón.
Emergiendo un día más, un día
menos en esta prisión que no es
prisión: es toda una impertinente
blasfemia, entre caretos que no ríen
y automátas que sólo hablan por hablar.
Aprendiendo a rezar por necesidad
apesar del propio ateismo,
con la esperanza de que se acabe
de una vez todo este malentendido.
Y encontrar al fin la salida,
y dedicarse sólo a vivir
sin demasiadas pretensiones,
sólo vivir, riendo, soñar bien despierto
y amar hasta el final.
y amar hasta el final.
Y mandar al cielo más hipócrita
la rutina de la puta oficina,
el deber de progresar
y la mezquindad de tener que obedecer
y no salirse, para nada, del renglon.
Y cuando la muerte al fin acontezca
¡reir y saludar!
Dani Torralba i Devesa, 3 marzo 2017
En el vulgar quehacer de esos autómatas pelotas, siempre quedará la poesia de un hombre comprometido con la palabra. ¡Ánimo Dani, ilumínanos con tus sonetos y prosa!
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