en una absurda oficina,
dónde la vida es aparcada
sobre las aceras
de otra idiota resignación.
Cuando los sueños se pudren,
cuando las leyes matan a plena luz del día,
cuando ya se secuestra la alegría,
cuando el suicidio es el plan de cada día.
Un corazón en los huesos,
desnudo en medio
de una multitud de hielo,
mientras se aprende
a resistir entre los simulacros
que ensaya una enésima existencia
de alquiler.
Cuando el deseo
se corta la cabeza,
cuando se ahoga
una estatua de lagrimas de Arena coagulada,
cuando la realidad más inmediata
ya es un infierno exiliado
y deteriorado.
Dani T.D. 30/9/2020