Siempre había tenido problemas para adaptarse a la realidad más (o menos) inmediata. Entre otras cosas porque no entendía bien bien en el fondo que era la realidad. Bueno, si sabia qué significaba. De hecho las palabras no son otra cosa que metáforas. Metáforas que intentan aproximarse a un concepto que intente disuadir la evidencia del vacío más evidente.
Vivimos en un mundo hecho esencialmente de palabras, había leido en elgun sitio. Palabras que, manipulándolas, conformaban la realidad. Una realidad a veces caprichosa. O hija de Satanás (que mola más).
Pronto (¿o fue demasiado tarde?) descubrió que quizás no había una sola realidad: habían varias. Pero calló su descubrimiento por temor a ser encerrado en el calabozo o en el manicomio. Pues la gente normal (o convencional) creía que hay una principal y única realidad, que dice cómo hay que comportarse, sentir, pensar, soñar, amar, funcionar para tener una vida como corresponde.
Un día vino de repente una pandemia a aquél desorientado país (el quinto país desorientado de un mundo absolutamente desgastado). Una pandemia que había salido de la nada. Bueno, de la nada tampoco, pero los medios de comunicación nunca hablaron claro, porque no sabían o no podía transmitir alguna clarividencia (ya sea por miedo o ignorancia publicitaría)
La pandemia provocó que todos los ciudadanos se confinaran en sus casas hasta nueva orden. Para poder poder luchar contra el virus, a falta de una vacuna, En aquél periodo aprovechó para leer a los místicos, besar más a su mujer, escuchar a Bob Dylan y meditar sobre que coño significa la realidad.
Los días, por arte de magia empezaron a desfilar con cierta agilidad. Hasta que llegó el día que el gobierno anuncio la vuelta a la realidad.
Entonces supo que todo era una puta mentira. Y dicidió con su mujer no salir ya más del casa.
Total tenía suficiente: Dylan, Sabina, Brassens, Mozart, Enrique Vila-Matas, Los Padrinos de Copola, Tom Waits, Fellini, Auster, Cervantes, Cernuda, Bob Fose, Bukoski, Joan Brossa, Aute, Jaume Sisa, Pessoa, Truffou, Cyrano de Bergerac, Margaritte Youcenar, Motserrat Roig, Borges, Cortázar, Bolaño.... y muchas y muchos más... y besos, caricias...
Entonces supo que no había porque haber ninguna sólida realidad, o ninguna realidad a secas. Y que la normalidad es una anomalía del asombro más cotidiano.
Anomalía cuando serás mía....
Dani Torralba Devesa, 25/5/2020
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