Como navíos lijeros,
así pasan las semanas de papel
hacia la nada más plena y convulsa.
Como caballos desbocados
así galopan los día domesticados
rumbo a lo desconocido.
Como esperando cualquier cosa
mientras se disipan las horas
de esta alquilada existencia.
Y así
se aprende
a desprender
en el gozo
de la esencia
de nada
en concreto,
como en un extasi
pleno y decadente a la vez.
Como si el propio destino
fuera de verdad el verdadero,
con sus más, con sus menos.
Como si todo fuera un ensayo,
de hecho lo es:
un juego que no para de jugar,
galopando por el mesmo placer de galopar.
Dani T. D. 24/5/2019
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