no campararse nunca con nadie,
huir de la huida
que propone cada momento
esta tan mortal y azarosa vida.
Sacar la lengua al careto
ese del espejo,
olvidar el olvido del mañana
para inventarse
en cada recuerdo
que escupe la tan inventada memoria.
Perder completamente
el respeto a la solemnidad
mientras se hace
gala de la tan alegre tristeza,
esa que se desprende
de la tan insolente autoestima.
Y jugar hasta el final,
el final que no es nada,
el final que no importa nada
como casi todo
en esta tan mentirosa existencia.
en esta tan mentirosa existencia.
Intentando ser
enteramente uno mismo
a cada naufragado instante.
Dani T. D,. 21/5/2019
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