a desaproposito, y
me exilio en un palacete de viento,
despeino a mi tan naufragado corazón,
y desordeno el alfabeto de la más
esquizofrénica razón.
A veces la vida
es esa insolente herida
que escuece como el vinagre sobre la sangre,
cuando los besos se recalientan
en el microhondas de una memoria
bellamente mal olvidada.
A veces, cuando he quedado
conmigo mismo,
siempre llego tarde,
y casi
siempre prefiero irme con cualquiera
que me invite a una copa, y
unas risas
ante el barato teatro
de esta vida que no tiene remedio.
A veces se me va la entera vida
en unos versos que me huyen
de las manos.
Dani T.D, 8/6/2018
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