Ya dentro del laberinto intentaba encontrar la salida un día más. Claro, que también se preguntó en varias ocasiones, si de hecho ya había salido definitivamente de él. Y por si fuera poco, lo de hayar la salida tal vez no fuese nada del otro mundo. Así que hizo inventario de lo que era, de lo que tenía. Al ver al fin los resultados, se sonrío proponiéndose inventarse cada dia de nuevo, dado la cruda evidencia de estar rayando la miseria en todos los sentidos posibles.
Inventar también el mundo y el universo. Inventar desde la más evidente nada, si como un milagro sin necesidad de ningún díos inútil o fascista. Como un privilegio, como el acto mágico de vivir que se maniefiesta en cada latido.
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