Poesía, pinturas, reflexiones, aforismos, y demás historias... en castellano, catalán, y otras idiotas (perdón, idiomas) Por Dani Torralba Devesa, un inconsciente que no quiere dejar de soñar bien despierto hasta el final (si hay algún final, claro)
jueves, 16 de mayo de 2013
ESCAPANDO SIN ESCAPAR DE LA MEDIOCRIDAD
A veces finjo ser otro, y si me saludo a través de algún espejo, disimulo y no me devuelvo el gesto amable. Llegado a este punto aprovecho para burlar la más mezquina e hija de la gran puta mediocridad que rodea toda mi persona. Le compro ginebra, le presento a chicas y a chicos seminaristas y algo viciosillos, le regalo los discos de Enrique Iglesias, le hablo de abortar los advervios de tiempo, y a alguna vez le leo en voz alta los prospectos de los medicamentos en busca de algún virus de tipo preventivo. Para joder, más que nada.
Claro que en el fondo, y pensándolo bien, ser uno mismo es una enorme ingenuidad. Por más que uno quiero nunca puede llegar a ser él mismo. Somos producto de convicciones que en el fondo no son más que funciones congenitas dictadas por alguna creencia heredada a través de los globulos rojos, cuyo origen proviene del primer primate, cuando se le presentó la siguiente cuestión: ¿quien diablos soy?
Lo más provable es que no seamos nadie. Sólo primates aparentemente civilizados y bien vestidos, que se esconden de trás de máscaras de llubia resacosa, por miedo de ser libres sin tener necesidad de nada más.
Pero la pregunta ¿Quien diablos soy? sólo son palabras, como tantas preguntas. Como tantas absurdas respuestas que nos decimos para fingier cierta tranquilidad madura en el hemisferio norte de nuestro paladar, dónde se gesta la dicción de los vocablos. Como decía Hamblet: palabras, palabras, palabras...Sólo hablamos y al hablar nos pensamos que pensamos. De ahí que lleguemos a la falsa conclusión que somos superiores a los primates, y al resto de los animales en general.
Tal vez el día que al fin desaparezca el hombre, vuelva Díos a reinar el paraíso de esta tierra, con sus animales y plantas. Con sus desiertos, sus bosques, sus ríos, sus mares, su cielo azul..
Y esa mania de ir alguna parte...Progreso y más progreso, ¿a cambio de qué? (por cierto, pregunta: es progreso el progreso?)
En definitiva, por más que a veces finja ser otro para burlar mi propia mediocridad, siempre vuelvo a ella. Como si fuera un idiota boumeran. Claro, que la mediocridad al fin y al cabo, tiene su qué. De vez en cuando me emborracho con ella. Hablo más de la cuenta, le confieso amores enloquecidos que en algún preterito me trituraron el corazón. Luego los planes para ser alguien en esta vida. Estudios, trabajo, esposa, hijos, empresas, vacaciones en Brasil o en Signapur.... Diversas maneras de esclavitud, entre esperas de un destino que acabó antes de empezar. También serios intentos de triunfar en el mundo de las finazas. Y ya ven, vuelta a empezar nada en especial.
Sí, a veces finjo ser yo mismo.
Dani T. mayo, 2013
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