Enésimas eleciones. ¡Qué asco, no sé ya a quien coño votar. ¡Derecha e izquierda, todos son unos capullos integrales!, pensava Ramón desde su esceptecismo radical. Un momento: ¿se puede practicar un esceptecismo radical?, se volvió a preguntar Ramón. Entonces se produjo diez minutos de silencio. Diez minutos en los que Ramón intentó vaciar su cabeza para intentar meditar. Pero no pudo del todo, pues su cabeza la tenia bien llena de propaganda y otras tantos anuncios de colonias y casas de seguros. Y cuando decimos propaganda, nos refirimos a toda clase de propaganda. Porque hoy en día, ya se sabe, hasta las ideologías son propaganda. Para no decir las religiones: pura propaganda. Incluso uno mismo no deja de ser (en estos idiotas tiempos post-verdades) el resultado de la pura (o puta) propaganda recibida a lo largo (o corto) de su tan náufraga vida.
Pasados los cinco minutos (five minuts, en catalán)...
Ramón llegó a la conclusión que no había llegado a ninguna conlusión. Cinco minutos es muy poco para llegar a alguna conclusión, pues sin ir más lejos, la última vez que llegó a una conclusión, Ramón tuvo que coger un autobús, luego un taxi, un avión y por último un hotel. Una vez en la recepción de aquel hotel, que por cierto se encontraba en la ciudad de Lisboa, pidió una habitación con vistas al río.
En la habitación, sobre la cama i fumándose una canción de Sabina (Hotel dulce hotel) a un tuvo que esperar media hora a que la conclusión llegasé, pues esta tardaba lo suyo en acicalarse la muy coqueta (de jamón). Cuando al fin aquella hermosa e interesante conclusión llegó a la habitación de hotel, Ramón vivió todo un sueño. Un sueño que jamás había vivido. Juntos, la conlusión y RamónS tuvieron tres noches seguidas de amor húmedo y filosofía canchodaflawers. Amor para disfrutar del latido de cada momento que ofrecía la vida. Y filosofia para vivir con más consciencia dicho amor.
Ahora Ramón, a pesar del dilemia que tenia respeto a quien carajo votar las próxima putas elecciones (perdón por lo de elecciones), estaba del todo convencido que lo más interesante es llegar a atractivas e interesantes conclusiones. Auque sea de vez en cuando...muy de vez en cuando
Y a lo demás,!!!Qué le den a todo lo demás!!!
Dani T. D, 4/10/2019
Pasados los cinco minutos (five minuts, en catalán)...
Ramón llegó a la conclusión que no había llegado a ninguna conlusión. Cinco minutos es muy poco para llegar a alguna conclusión, pues sin ir más lejos, la última vez que llegó a una conclusión, Ramón tuvo que coger un autobús, luego un taxi, un avión y por último un hotel. Una vez en la recepción de aquel hotel, que por cierto se encontraba en la ciudad de Lisboa, pidió una habitación con vistas al río.
En la habitación, sobre la cama i fumándose una canción de Sabina (Hotel dulce hotel) a un tuvo que esperar media hora a que la conclusión llegasé, pues esta tardaba lo suyo en acicalarse la muy coqueta (de jamón). Cuando al fin aquella hermosa e interesante conclusión llegó a la habitación de hotel, Ramón vivió todo un sueño. Un sueño que jamás había vivido. Juntos, la conlusión y RamónS tuvieron tres noches seguidas de amor húmedo y filosofía canchodaflawers. Amor para disfrutar del latido de cada momento que ofrecía la vida. Y filosofia para vivir con más consciencia dicho amor.
Ahora Ramón, a pesar del dilemia que tenia respeto a quien carajo votar las próxima putas elecciones (perdón por lo de elecciones), estaba del todo convencido que lo más interesante es llegar a atractivas e interesantes conclusiones. Auque sea de vez en cuando...muy de vez en cuando
Y a lo demás,!!!Qué le den a todo lo demás!!!
Dani T. D, 4/10/2019
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