Defraudando por doquier,
alineo mis pasos
procurándome un destino
sin tapujos y de verdad.
A menudo el corazón se me destensa
ante las promesas no cumplidas
y me muero sin apenas morir
como aquella santa.
Pero sigo mi camino
entre el tedio y el deseo,
la alegria y la tristeza,
los libros y tus caderas.
Me conformo
con poco,
no necesito demasiado
de casi nada.
A estas alturas
no espero mucho
de esta vida tan mágica,
como accidental.
Sigo sin saber aún
qué Diablos hago aquí,
pero al fin y al cabo
no importa en absoluto.
La vida no tiene
sentido, sólo hay que
vivirla soñándola
bien despierto,
hasta el último
aliento,
como una rafaja
de viento.
Dani Torralba i Devesa. 25/11/2016
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