Tarde muerta que vomita
eléctricas sombras,
que encubren la memoria
de un recuerdo futuro,
ahogándose en un mar
de bacios cosidos en el cielo
de mármol.
Cuando los dioses se ausentan
de su propia divinidad
turbada sobre la falsa esperanza,
parasitada por toda fe
que paraliza toda posibilidad
que araña el ahora mismo.
Cuando todos los cuandos
florecen en pétalos de sangre
transitada por las autopistas
de la ansiedad más cotidiana,
marca de estos tiempos
tan neuróticos como siempre,
como casi nunca.
Dani Torralba Devesa, 31/3/2016
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