sábado, 8 de febrero de 2014

ECOS DE VIDA

El tipo que un buen día cogió sus cosas para ir a ninguna parte, apareció en cualquier lugar. Y cualquier lugar le fue propició para empezar de nuevo una vida. O se podría decir, sin tapujos ni sin aquellos gestos idiotas que hacemos con los dedos doblando intermitentemente en el aire para indicar comillas, para empezar la vida. Si, por qué no...?   Al fin y al cabo uno es libre -it's free- para empezar la vida cuando le de real la gana. Como si le da para no empezarla nunca. Pues en muchos casos, o en casi todos los casos, o en la mayoría de los casos, el hecho de haber nacido no implica necesariamente que uno viva. Bueno si, se vive de entrada. Pero hasta que punto se es consciente de estar plenamente vivo cuando se vive? Hasta que punto escribo a consciencia este texto? No será un pretexto para esquivar el ejercicio mismo de vivir? O no será  este vivir el ejercicio de vivir?

YO QUÉ SÉ, como decía el vivo de Montaigne

El tipo que fue a ninguna parte, acabó imaginando que acabaría en cualquier lugar. Por ejemplo en un escenario. Un escenario pequeño y acogedor, dónde cada noche abría sus puertas para el público más anónimo. Ese tipo era actor. Y el actor buscaba un palabra en un escenario absolutamente vacío y, de paso vestido con una foco iluminando el gesto teatral del actor. ¿Qué palabra buscaba? Cualquier palabra ya le bastaba para empezar a expresar el hueco que ofrece la vida desde cada latido, desde cada aliento desde cada suspiro

 Ese tipo, ese actor no es nadie. Y a la vez somos todos. Sombras, luces, estallido. esperanza, risa y por qué no? Muerte. Sí, misteriosa y tierna muerto. Que nos acompaña desde el nacimiento 
Por qué quien  sabe si uno muere para no morir del todo. Pues hasta que punto se vive cuando se supone que se esta plenamente vivo?

Good Life to everybody!

Dani Torralba, febrero. 2014

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