Os dejo con un historia que escribí cuando vivía en Cuenca, allá por el año 2007.
- Papá, papá, ¿por qué hay farolas que miran hacia abajo?
- Bueno, la explicación está muy clara. Las farolas miran hacia abajo porque…
- ¿Por qué?
- Porque… Mmmmm, ¿me dejas que te cuente un cuento?
- ¡¡Claro!!
- Érase una vez una farola que quería ser luna.
“Odio estar atada al suelo,
yo quiero volar libre por el ancho cielo;
más todavía, desplegar mis alas por el universo.
Odio el frío, la lluvia y el viento,
no quiero estar todo el día al descubierto.
Me canso de alumbrar a otros,
me canso de que me utilicen como tablón de anuncios.
¡Yo quiero que me quieran porque sí,
porque lo quiero y punto!”.
Era tal su deseo que, un buen día, se despertó en el cielo. Era blanca, redonda y pura, ¡¡era una luna!!
- ¿Ya está, papá, se acabó el cuento?
- No, qué va, ya está aquí la farola de nuevo.
“Vivo despegada del suelo,
no sé lo que pasa,
no sé lo que quiero.
No siento el frío, la lluvia ni el viento,
empiezo a creer que no siento.
Nadie me necesita, nadie me quiere,
¿nadie me echa de menos?
¡¡Nadie me echa de menos!!”.
- Quería ser luna siendo farola, quería ser quien no era…
- Papá, que ya lo entiendo…
- ¡Qué suerte! Otros tardan mucho en entenderlo.
- ¿La Farola?
- La Farola consiguió comprenderlo.
“Quiero ser otra vez yo,
quiero arraigarme de nuevo,
quiero sentir el suelo,
beber el agua que caiga del cielo,
bailar desnuda con el viento
y escuchar unos labios que me digan:
‘Farola, te quiero”.
- ¡¡Qué bonito!!... Pero no me has dicho por qué las farolas miran hacia abajo. ¿Por qué miran hacia abajo?
- Bueno, a ver… Digamos que nuestra Farola estaba tan arrepentida de su actitud que, desde aquella experiencia, siempre mira hacia abajo, como signo de humildad, para que no se le olvide quién es; y como muestra de generosidad, para alumbrar a todos los que pasan por su lado y dedican algo de su tiempo a contemplar su luz.
- ¿Y por qué no son todas iguales? Hay un montón de farolas que…
- La libertad, hijo mío, la libertad. Otro día te cuento otro cuento sobre eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario