con Pessoa y Baudelaire,
recorremos todos los bares
de nuestros pecados.
Tambien inventamos afilados versos
para burlar la más necia e inútil felicidad
perfumando de tierna y cachonda melancolia
los callejones sin salida del corazón.
Bailamos y reimos hasta enloquecer con las guapas musas
del Palacio de la Desolación,
para vivir cien veces más
en cada minuto naufragado en las orillas
de la resacosa y endemoniada madrugada.
Charles se saca algunas estrofas parmasianas de los bolsillos,
mientras Fernando nos presenta a sus duplicadas personalidades,
cuando una luna desquiciada
nos guiña un ojo a través de la mirada enfurecidad
del mar más agitado.
Baudelaire y Pessoa
son dos golfos sabios
que estan más despiertos
que muchos que van
de vivos por este tan desquiciado y absurdo mundo.
Hasta pronto amigos!
.Dani T. D, 18 abril, 2018
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