Otro día muerto mientras la vida,
suspendida por unas horas, es
suspendida por unas horas, es
aparcada sobre las aceras
del desconsuelo.
Y los dioses siguen exiliados
en un viento de papel,
cuando nada es el pan diario
entre el deseo y el azar.
Desgastando las horas
entre las paredes oxidades
de la oficina del más
obsceno deber.
Cuando se llora de memoria
en las calas de alquitran
de los naufragados sueños
bajo un cielo hipotecado.
Y se ríe de nada en especial,
a grandes carcajadas.
Se ríe de todo y de nada
hasta la muerte más inevitable
y veraz.
Dani Torralba Devesa, 22/4/2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario