Confinado en las paredes de su casa,
se refugia en una bata, un bastón y una barba mal
afeitada.
Pero tiene un amigo,
un amigo que le lanza la cruda realidad a la cara:
estás tan muerto que sólo el mal resucita tu
aliento.
“Tú puedes dar mucho más”,
tú puedes ser feliz.
Sí, tú, el que ahora estás ahí.
Tanto era el dolor y tanta la frustración,
que no soportó la verdad y, rompiendo el espejo de
su amigo,
algo de su corazón se quedó en el camino.
Pero tiene un sentido,
y sigue avanzando hacia su objetivo,
y la vida se encarna en otras voces, en otros
ruidos.
Y aparece una mujer, que le roba y le engaña,
que, como él, huye y se disfraza,
que, como él, necesita de amistosas palabras.
“Tú puedes dar mucho más”,
tú puedes ser feliz.
Sí, tú, el que ahora estás ahí.
Y se arriesga, y pierde y gana,
y todo junto como en una buena batalla,
que es la vida, ¡que es la vida!
Ahora la sonrisa ilumina su cara.
Ha encontrado el amor que tanto anhelaba,
ha recuperado a su amigo del alma.
“Tú puedes dar mucho más”,
tú puedes ser feliz.
Sí, tú, el que ahora estás ahí.
Nadie está exento de batallas.
Las cicatrices a veces estallan.
El fracaso acecha en la siguiente manzana.
Pero la vida sigue, y los buenos amigos te
acompañan.
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