Una y otra vez,
siempre vuelves a la misma esquina:
“Mira que esto me suena,
¿lo habré vivido en otra vida?”.
Te lo dice tu madre,
te lo dicen tus amigas:
“Anda, aprende de una vez,
que la cicatriz se abre siempre por la misma herida”.
Pero tú le das más y más vueltas
al pequeño mundo de tu pecera de cristal:
“¿Por qué me hice mal otra vez?
¿Quién me hizo daño esta vez?”.
Nada, nada, nada, nada…
Siempre en el mismo sentido
para moverte sin que cambie
nada, nada, nada, nada…
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