martes, 24 de abril de 2012

Las aventuras de la mujer cangrejo (1). Avance.

Ella era una mujer normal. Ni excesivamente guapa, ni excesivamente inteligente, ni excesivamente excesiva. Soportaba con estoicismo la rutina de la vida y con gran paciencia las idas y venidas, el ahora sí y ahora no de un jefe arbitrario y despótico.
Su gran consuelo –en realidad, el único- se hallaba en la visión del mar y el contacto de sus pies con la arena de la playa. Allí acudía todas las tardes, después del trabajo. El ritual era siempre el mismo: fuera zapatos, arriba pantalones, contacto con el agua… Y después toalla, sol y mirada al cielo, en busca de Juan Salvador Gaviota. “Me gustaría tanto conocerle”, “le preguntaría tantas cosas”, “¿de dónde sacó su fuerza de voluntad y su coraje?”.
¿Cómo una mujer así, hecha de migas de pan y mirada masajeante, podría transformarse en la mujer cangrejo que hoy ocupa las portadas de todos los diarios del país?
Las hipótesis son de lo más variadas. ¿Le picó un cangrejo, tal vez, en el momento en que puso sus pies desnudos en el lugar equivocado? Bah, demasiado visto. ¿Le arrastró una ola cuando se bañaba, tragó agua salada y vomitó toda la ira que llevaba años acumulada? Podría ser. ¿O quizá calculó mal las horas de sol y sufrió una insolación que, además de ponerle la piel roja como un cangrejo, le secó el poco cerebro que le quedaba? No te digo que no, no te digo que no...
Sea como fuere, una mujer normal se ha convertido en una estrella mediática, y no sé si eso es malo o bueno. De momento, la policía sólo ha encontrado una pista: unas castañuelas en forma de pinza con las que asesinó al que, esto queda entre nosotros, fue su jefe. Han comenzado a buscarla en todos los hogares de ancianos y escuelas de folclore, y no andan muy desencaminados...
Seguiremos informando.

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