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Empiezo con la conclusión, aunque no tenga sentido.
Porque de eso se trata. No hallaba las palabras que describieran mi anhelar.
(No sé cómo explicarlo mejor.)
Hoy me he levantado con desasosiego. Con ansiedad. Algo que busco y no encuentro me mantiene intranquila. Como tengo fiesta, decido hacer que mis pies me guíen.
Hay días en que me siento saturada de información y de estímulos. Estímulos sonoros, estímulos visuales. Deseo entender: entre tanta información no proceso. ¿Conocéis esa sensación?
Así que me pongo unos cascos de música, para que sea mi mirada la que busque pistas.
Observo y ando. Ando mientras observo. Necesito aislar el ruido del tráfico.
Tráfico: ese lenguaje que no entiendo. Me pierdo a veces, y no sé si las calles van en un sentido u otro. Las bicicletas pasan a mí alrededor y todo el mundo parece saber hacia dónde va. ¿Por qué a veces me siento como en Marte? Son lenguajes dentro del lenguaje. Y dentro del último de ellos, otro que se sobreentiende.
¿Todo el mundo sabe hacia dónde va o ha aprendido que lo parezca? ¿Es acaso un arma evolutiva en una gran ciudad? ¿Por qué nada sorprende y tengo la sensación de invisibilidad?
Pero a veces, cuando camino y sostengo una mirada, (generalmente con personas mayores) me sonríen con complicidad, como si habláramos un idioma secreto, nos hemos reconocido. No somos invisibles entre nosotros, pero un pequeño guiño, un ademán, y nada más, somos de la logia de los perceptibles.
No puedo con los escaparates y más y más terrazas. Mis ojos miran hacia un cielo con plomizas nubes, edificios centenarios que han cambiado su uso, aunque no su aspecto.
Han sido remodelados y reconstruidos para que parezcan antiguos y solemnes.
Y sé que los recuerdos se van cambiando a medida que nuestras emociones o vivencias los transforman. Que ese balcón con antiguas persianas me llama la atención porque me evoca al mío, y cuando el viento me traía olores dulzones de crema solar de la playa aunque estaba lejos, y que asomada en él, tañían las campanas en una iglesia cercana. La desconchada escalera y el cielo siempre plomizo de Asturias….
Pero eso es un instante de recuerdo, ahora estoy rodeada de personas que están en continuo movimiento, en dispares direcciones, y sopeso aquello de que posiblemente no nos encontremos más. Intento grabar las caras con las que me cruzo, pero sólo consigo recordar un perfil y unos zapatos cada vez. Las imágenes se acumulan….
Necesito llegar a un sitio dónde mis ojos y mis pies descansen, pero a la altura de plaza Cataluña, al mirar la colina, la marea humana que me espera en las ramblas, me empiezo a desesperar. Intento improvisar atajos en la acera, donde pueda ir más rápido, y llego al fin a Colon.
Sigue y sigue el gentío, como clichés se acercan a los peces del maremágnum y a las palomas. Mis pies me llevan al puerto, donde una réplica de navío me impresiona. ¿Sao Paulo? Que realizó la vuelta al mundo. Esa madera y tela ha sorteado mil mares….
Y es luego, cuando en reposo, intento que me asista la LUCIDEZ.
Cuando me siento perdida, no es que busque respuestas. Porque no las hay cuando ni siquiera sé formular las preguntas.
Más bien necesito una guía, una luz en el camino. ¿Por dónde miro? DIRIGE MI MIRADA.
A veces, cuando pido una orientación, y hojeo un libro, de repente algo cobra sentido.
Y estoy en una librería, dejo que el azar abra unas páginas.
Ya está-La pasión que hallo en ellas, eso que transmiten, eso me reconcilia con la extrañeza del mundo.
Una gran idea. Entrevistar a dos hombres eminentes y que sienten pasión por lo que hacen. Que no se han visto nunca, pero se han seguido mutuamente. Uno es periodista de guerra y el otro escritor y crítico de arte. ¿Y en qué convergen, de que hablan?
DEL MIRAR.DE CONTEMPLAR.-QUE ES MIRAR CON ATENCION.
Que cuando hablas con alguien, y te relata alguna vivencia, has de escuchar con mucha atención, ya que la vida está ahí. Hablan de la CAPACIDAD de PRESTAR ATENCIÓN.Y la manera como lo expresan…es magnífica, de veras. Y como tras su encuentro, uno sueña con el otro y la interpretación que hace de ese sueño….
COMO DIRÍA EVA: DEPENDE DE CÓMO MIRES.
Mirar de John Berger.
Los cínicos no valen para este oficio (sobre el buen periodismo) Ryszard Kapuscinski.
De golpe supe que podía reconciliarme con él NO entender, sea cual sea el lenguaje/idioma/o situación. He de intentar mirar, y el esfuerzo de atención dará resultados.
Y sí, acabe comiendo un bocadillo en un bar lleno de fanáticos futboleros Chelsea Barça. Y tan a gusto que me parece increíble, a mí que no me gusta el futbol. Y hasta estuve hablando al pasar con el dueño de la tienda de ultramarinos, cosa curiosa, porque es un hombre impermeable e insondable. Y viendo el orgullo con el que mostraba una tablet, al preguntarle por ella, me explicó lo que le había costado y el uso que le daba. Es un hombre muy inteligente, lástima que no hable su idioma. Suerte que él si habla el mío.
Y quería escribir esto, porque aunque no sepa expresarlo, porque la vida no está para desperdiciarla. Está para vivirla.
Y que los que me quieren bien, que los tenía preocupados, sepan, que Mireia intenta mirar. Pero desde el interior hacia fuera. Para que el esfuerzo valga la pena.
(De la amapola a todos vosotros.)
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