Mirarse hacia dentro, para poder ver más claramente lo de fuera. Aprender a mirar día a día. No siempre se avanza. Algunas vez hay que retroceder, y volver a ver. Los ojos siempre son, más o menos, los mismos. La mirada, sin embargo, va cambiado. Al compás de cuanto se vive.
Se vive latido a latido, al ritmo del corazón y del universo.
El universo es un gran corazón que late. Bum, bum, bum...
El tiempo no es más que el hilar de los latidos: los de dentro, los de fuera. Entre tanto nuestra mirada va danzando, buscando la luz. Palpando entre los pliegues de la oscuridad. Recorriendo la aventura del misterio, la magia y la belleza en el sendero de la vida que se funde en este universo fugaz.
Dani T. D. 24/11/2021
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