viernes, 16 de noviembre de 2018

LOS DÍAS EN LOS DÍAS

Resultado de imaxes para oraculo de delfos  Hay días que huelen a lluvia eléctrica. Días en que me monto en un tren de ansiedad, cruzando las tripas de esta insana, y a la par, cachonda ciudad en busca de nuevas respuestas y preguntas. O en busca del fuego de tus ojos, por ejemplo.
  Uno va cumpliendo años. Cada vez los años pasan más de prisa, y en el fondo uno se pregunta ¿qué es todo esto?
Posiblemente nada, o casi nada, pero tampoco importa demasiado.
Y no es una postura para nada derrotista, muy al contrario: pues cada día uno vuelve a empezar, por lo menos en mi caso. Dispuesto a inventarme de nuevo y por primera vez.

  Ahora mismo me encuentro en un vagón que forma parte de un tren hecho de ansiedad. No sé a dónde voy. No sé si volveré. Bueno, en el fondo jamás se vuelve de ningún lugar, pues en el fondo nunca se va a ningún sitió, aunque nos convezcamos de provocar algón tipo de movimiento.
  Mientras viajo en este tren ansio, voy pensando cómo he llegado hasta aquí. La verdad es que no sé qué responderme. Observo a los otros pasajeros que también viaja hacia algún destino.
 La ansiedad es la esencia de estos tiempos que no saben a dónde van (como todos los tiempos). La ansiedad es el ADN del futuro más inmediato. El futuro que cada vez va más rápido y se viste de pretéritos (¿acaso ficticios?). El presente hace tiempo que ya no existe. Y quizas no existe porque nos estamos alvidando de vivir sin más, o todo lo contrario. Que también podría ser.
  Sentado en este vagón dejo volar la imaginación. Me doy cuenta en seguida que los demás pasajeros son otra versión de mi mismo, y a la vez, un servidor es otra versión de los demás pasajeros. Es lo que decía el gran Jorge Luís Borges que todos somos la misma persona en definitiva. Pensando en  todo esto, llego a la oficina dónde vengo trabajando desde hace unos veinte años. Veinte años no son nada, cantaba Carlos Gardel, pues lo más probable es que el cantador de tangos fuera un gran aficionado a la física cuántica.  
 Ya, sentado en mi silla giratoria de cada día frente a un ordenador, me doy cuenta de que des de siempre se me dio bien escribir tangos. A lo que me pregunto ¿qué diablos hago en esta oficina? En cuanto tenga un momento se lo  preguntaré a Google, que es el moderno Oráculo de Delfos de esta sociedad nuestra tan rabiosamente ultramoderna (¿o tan ultramarina?). 
Ya os contaré...

Dani Torralba Devesa, 16/11/2018

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