Hay días en que me busco y tengo la mala pata de encontrarme. Entonces el día se convierte en un laberinto de niebla, la realidad hiere como un cuchillo afilado y oxidado. La vida es un cuento de barro helado, y la hada de dicho cuento me saca la lengua y no me invita a nada. Y uno se queda descompuesto y sin novia. Y ya de paso, sin ganas de casi nada. O si, pero todo se automatiza. Los días se parecen demasiado entre sí. Y al fin se hacen las mismas preguntas que trafiican en callejones sin salida. en el barrio de la Desilusión, en la ciudad de Los PORQUÉS.
Claro que uno ya tiene sus años. Pero sirven de poco.
Es que, a estas alturas, no entindo nada de nada. Trabajo en una oficina con otra gente que interpreta un papel com yo, y que finje que su existencia tiene algún que otro sentido. ¿Pero al fin y al cabo que es todo esto?
Es que, a estas alturas, no entindo nada de nada. Trabajo en una oficina con otra gente que interpreta un papel com yo, y que finje que su existencia tiene algún que otro sentido. ¿Pero al fin y al cabo que es todo esto?
YO QUÉ SÉ....
Tengo sueños todavía. A veces los vendería en el mercadillo que hacen el domingo en la plaza mayor. Me sacaria unos eurillos, no creaíss. Luego desisto, siempre desisto. Los sueños me hacen compañia, como los gatos o las ideas preconcevidas ¿Qué ingenuidad, no? Bueno, supongo que hay cosas peores.
Uno también aspira a ser él mismo y vivir plenamente con autenticidad con alegria, pero eso es todo un riego. O no, pues tal vez sea al revés.
No entiendo nada. Y sé que a menudo me seduce, y ya de paso, me paraliza el miedo. Entonces el miedo me sienta en un sillón a esperar la suerte y me dá unos cacahuetes. Pero qué suerte. Así tampoco funcionan los cosas, auque a veces uno se egañe y compre seguridad, felicidad enlatada y besos de tres a seis en uno almacenes orientales.
Hay días completamente bacíos por dentro, como los átomos (¿o son todos los días en verdad?). Esos días también son necesarios. Y ya de paso sean los días en dónde quizás uno vive con mayor autenticidad en todos los niveles.
En fin la fiesta sigue, aunque el hielo se acabe. Bueno, hay una gasolinera abierta a dos naranjas de aquí.
Y sinó la muerte siempre anda cerca, para mal y para bien.
En fin la fiesta sigue, aunque el hielo se acabe. Bueno, hay una gasolinera abierta a dos naranjas de aquí.
Y sinó la muerte siempre anda cerca, para mal y para bien.
Dani Torralba, 18/2/2016
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