Desde esta oficina de arena
con vistas a un mar de estaño
lleno de dudas de plata fría
que se deshacen al compás
del descompás del precipitado
anhelo, ese que me condena...
día tras día, hora tras horas
entre sus más torpes bostezos;
como un abismo cotidiano
lleno de esperanzas de alquiler
en el que se gestiona una ansiedad
que transpira cada jadeo
simulando el más azaroso deseo.
Y en eso el tiempo
con su capa de agua marina
arrastra el ficticio
destino de uno,
como quien sueña despierto,
como quien respira por casualidad.
Dani Torralba 10/4/2015
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