Los rostros que me interpelan
cuando camino por las aceras
me susurran estas ideas;
o tal vez sea la vida
que respira dentro de mi cuerpo
la que me exhala las inspiraciones
que hoy escribo sin dilaciones.
Una vez, hace ya mucho tiempo,
fuiste un ser bello,
de facciones suaves,
gesto tierno,
promesa de ilusiones,
puro afecto.
Y no sé cuándo, en algún momento,
te perdiste en medio del desierto,
tus ojos lloraron,
tu piel se agrietó,
tu corazón se secó,
tu mirada se endureció.
Y hoy te encuentro,
perdido en el cemento
de una ciudad sin alma,
mirando hacia la nada,
devolviéndome la nada.
Y me toco el vientre y deseo,
medio consciente,
medio extraña,
que no se pierdan las promesas,
que no se pierda la esperanza.
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