Era la primera vez.
Un beso no significa nada, de entrada. O, por el contrario, es la puerta que da paso a una relación más íntima con una persona.
Mientras estaba con los ojos cerrados y besaba a Carlos, intuía que aquel beso iba a dar paso a una aventura fascinante.
Él, a parte de ser un bellezón, escribía unos poemas y letras realmente muy buenas e intensas, y yo modestamente, me salían últimamente unas melodías más que aceptables con mi guitarra eléctrica.
Sin pensarlo nos habíamos lanzado. Seríamos novios. Nos atraíamos, eso era todo. No había más. Los dos nos habíamos dejado barba. Mira, que casualidad.
Nunca me había planteado mi condición sexual, iba haciendo. Buscaba la magia en la persona. Luego el sexo podía ser femenino o masculino, o quien sabe... De hecho, tampoco tiene tanta importancia. Lo importante es estar bien y vivir gozando con naturalidad. Lo importante es ser (o debería ser) buena persona. O persona, a secas, que no siempre se logra. Lo demás, cada cuál a lo suyo. A demás esta vida es tan breve y absurda, que es inútil perder el tiempo en estúpidas clasificaciones y etiquetas... ¿NO?
Hay tantas maneras de amar como seres hay en este fugaz universo.
Ahora me voy otra vez a la cama, los besos y las caricias de Carlos me esperan hasta la madrugada.
Dani T. D. 8/7/2021
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