Paseando con un corazón de alquiler
por la ciudad de las neuróticas prisas,
voy sorteando el deseo mordido
entre las esquinas de un azar
que se disfraza de mi destino.
Los años de celofan pasan
cada vez más deprisa
y me siento más idiota
al entender cada vez menos cosas,
al comprender cada dia
nada de nada.
Paseando con los pies en el cielo
no sé a dónde voy,
perdí el rumbo en unos grandes almacenes,
y ahora solo doy tumbos
hasta que difinitivamente la Muerte
me tumbe.
El tiempo me envuelve con sus mentiras
evaporando mis pasos
hacia un espacio que se agranda,
por momentos,
en su propio vacío,
en su propio vacío,
fusionando así la memoria con la imaginación,
el olvido con el propio destino.
Dani Torralba, 23/9/2015
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