jueves, 30 de agosto de 2012

Golem II


Golem se hizo un hueco en la orilla izquierda de la cascada. Cuando era pequeño y venía con mama osa, nunca osó acercarse tanto. Pudo ver como el agua del rio bajaba a una velocidad impresionante y se perdía de vista sin posibilidad de ver el fondo. ¡Debía de ser muy hondo!
Observó que alrededor suyo solo había machos de su misma edad o mayores que él. Las hembras estaban con sus cachorros y se arremolinaban en la ladera del rio, donde la vegetación era más intensa y daba lugar a la algarabía de los pequeños.

Nunca había cazado solo. Así que miró alrededor y observó un macho de más edad. Le pediría consejo. Por lo demás, la caza no parecía haber empezado ya que todos estaban esperando en sus puestos y no se había presentado ningún salmón, por lo que era el momento adecuado de acercarse y hablar.
-          ¡Buenas tardes tenga usted señor! Bonito día para cazar –le instó Golem
-          ¡Buenos días joven grizzlie! Sobre todo si es la primera vez, jaja…
-          ¿Tanto se me nota?
-          Hijo, todos pasamos por esto la primera vez. Si quieres quédate cerca mío y te enseñaré ciertos trucos. ¿De acuerdo?
-          ¡De acuerdo! Y muchas gracias.
Golem pensó que las reticencias que presintió que tenían los demás osos con él nada más llegar al rio fueron equivocadas. Había familias, osos jóvenes como él y mayores amables. No todo estaba tan mal. Ahora tocaba aprender; aprender a cazar el salmón de verdad. No como con mama que le daba todo hecho. Y a esto, que el aquel instante se escucho.
-          ¡YA VIENEN! ¡YA ESTÁN AQUÍ! ¡LOS SALMONES HAN LLEGADO!
Golem se desperezó, dejó de meditar y se puso al lado de su viejo compañero.
Hijo, prepárate. Ahora empieza lo bueno…

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