sábado, 18 de agosto de 2012

EL ENCANTADOR DE PALABRAS

  Un día lejano de otoño iba paseando por la calle sin rumbo fijo, como los aventureros de antaño.  Cuando de pronto me dí cuenta de que las calles estaban llenas de palabras. Vocablos invisibles por todas partes que tejían la realidad más inmediata y reconocida. Aunque claro, la cosa no era tan simple.  Pues la realidad escondía en sus tripas otras realidades, y estas a su vez sugerían otros mundos y otros estados emotivos que invitaban a sentir la propia existencia desde inmerables puntos de vista, o en fuga. 
    Todas estas realidades estaban formadas por enjambres de múltiples palabras que expresaban la esencia del latido de toda realidad, ya fuese verdadera o falsa. Porque claro, ¿dónde está la frontera entre lo real y lo irreal?
No está tan claro.
  Prendado hasta mi alma viciosa, por lo que acababa de descubrir, me propuse  jugar y de ya paso indagar en cada palabra que encontrase mi azar (el azar es ante todo una palabra como realidad o puta). Redescubrí las palabras puerta, ventana, acera, manos, papelera, paso cebra, semáforo, ojos, pechos, labios, cabellos, caca de perro, farola, Banco Santander, chorizos, hijos de Buda, quiosko, fotogramas, playboy, el país, quince euros, parque, banco, árbol, lectura, culo, obseso, !vaya polvo! deseo, noticias, crisis, fraude, nuevo disco de Tom Waits, puto futbol, reloj, la una, casa, comer, gazpacho, bistec, patatas, vino tinto, carajillo, siestecilla, onanismo,  la vida e bela.
   De regreso a casa noté que los bolsillos de la chaqueta y de los pantalones me pasaban. Me senté en una silla por un momento a pensar porque me pesaban los bolsillo, pues era una cosa insólita (palabra que me gustaría usar más, porque me gusta. Cuando la pronuncio me deja un buen sabor de boca, me sabe a limón).   De inmediato introduje las manos en los bolsillos y empecé a sacar palabras. Aquellas palabras las amontoné sobre la mesa de mi estudio, en dónde suelo dibujar y hacer solitarios con un baraja española.  Para mi aquello que me estaba ocurriendo era del todo inesperada, aunque también he de confesar que a mi me suelen pasar cosas inesperada. De hecho cada día es inesperado. pero eso es otra historia, que algún día de estos contaré. Lo prometo.
  Cuando terminé de vaciarme los bolsillos me quité la chaqueta. La colgué en el perchero del pasillo y al regresar a mi estudio, me di cuenta que sobre la mesa habían un montón de palabras que casi llegaba al techo. Me asusté un poco, pero decidí ir a comer y serenarme. La gazpacho, el bistec y sobretodo el vino me darían la solución. Y así fue como ocurrió durante la comida. Por cierto que vino más rico.
   Después de comerme aquellos manjares, puse en practica lo que había estado maquinado mientras masticaba y tragaba. Antes de todo cogí un paño y me fui al estudio y limpié las palabras, una por una., detenidamente. Después las ordené alfabéticamente. Cuando acabé estos primeros pasos me puse a trabajar. Primero hice un poema. Me sorprendí a mi mismo, puesta hasta la fecha nuca había escrito, y menos un poema. Pero al ver tanta palabra bonita y junta, pues la verdad, uno acaba haciendo cosas tan raras como la construcción de poema, y para colmo aquellos versos era de amor.

       Aún me quedaban palabras. Aproveché y las utilicé un rato para pensar, pues me dí cuenta que el pensamiento era hablar y discurrir con uno mismo. También me dí cuenta que en numerables ocasiones damos por hecho que pensamos pero no pensamos, solo sorteamos preocupaciones para salir del paso y así aparentamos cierta capacidad de resolución vital, pero la confusión y el temor más existencial siguen latentes en nuestro cerebro, concretamente en la corteza frontal (pero esto es un dato que apenas aporta nada, como el pueblo natal de Bob Dylan).
    Cuando acabé de pensar me sentí un poco cansado. Y es que pensar también cansa. Miré la hora y eran las ocho de la tarde. Me pegué un ducha y me relaje. Me puse un cd del maestro Cohen y al compàs de I your man, limpié los platos. Me volví a dar cuenta que la vida tiene sentido sobretodo si uno ha tenido la opurtinidad de descubrir las canciones de este poeta canadiense amante de Lorca.
  Cuando Leonard empezó a cantar La Torre de la Canción, llamaron a la puerta. Pegué un brincó. No esperaba a nadie. Me sequé las manos con un trapo y, fuí a abrir. Tras la puerta me encontré con un rostro bello de mujer que preguntó por mi persona
-¿Eres Carlos?
-Si, el mismo
-Hola soy Mónica, y he venido porque me has invocado en tu poema





2
-¿que qué? -lancé una pregunta desencajada a aquella chica
-Ya se que parece algo absolutamente absurdo. Pero me tienes que creer. He venido porqué he sentido tus versos de tu poema como resonaba en mis entrañas y me he dejado llevar por mis pasos hasta tu puerta. Ya sé que es raro contado así. A mi particularmente es la primera vez que me pasa una cosa de este estilo. Pero si me dejas pasar, lo hablamos y a ver si llegamos a una conclusión que parezca razonable.
-¿Te importaría esperarte un momentito?
Como quieras
Cerré las puerta. Me adentré en el piso hasta el comedor. No sabia qué hacer. ¿Y si resultaba ser una completa chiflada, que me quiere engañar y robar las pocas perras que tenia? Pasaron unos segundos, me lo pensé y la dejé pasar. Antes me vestí, pues iba en bata y zapatillas. Me pasé un poco el peine y, fui a buscar a mi desconocida invitada.
  Nos acomodamos en dos sillones que tengo en el comedor. La tal Monica se sacó el abrigo y yo ser lo cogí para colgarlo en el colgador del pasillo. Al fin nos sentamos.
-Verás Carlos, como te decía, ya sé que sueña muy extraño, pero es así como te lo he contao. De hecho no sé exactamente que hago aquí. Lo que te diré es que ayer me empezaron a pasar cosas muy raras.
-¿Cómo qué? -aquello se estaba poniendo interesante, a demás aquella chica no estaba nada mal. Claro, que por unos instantes tuve mis reservas: "a lo mejor todo esto no es más que un sueño. Hace una temporada que no duermes muy bien. ¿Y lo de las palabras? Pero en fin, ya que tienes a la chica en el comedor prestale un poco de tu atención. No sé a lo mejor está noche....Quien sabe...na na na na na NA.", esto lo iba pensando en una parte de mi cerebro. Mientras en otra parte esta atento de las palabra de Mónica. Las otras partes de mi cerebro parecían no existir, pero eso no me preocupaba en absoluto. A más creo yo que el cerebro se valor demasiado de un tiempo a esta parte. Tanto razonar no debe ser tan bueno. Mónica siguió con sus vivencias singulares o, lunáticas. Que también podrían ser
-Verás, ayer por la tarde estaba andando por la calle y, noté que la propia callé tenía alma. Como si fuera la prolongación de mi misma. Lo más seguro es que no me entiendas, pero es la verdad. Y hoy he sentido cda palabra de tu poema como si me estuviera llamando. Y aquí estoy, la voz de tu poema me ha conducido hasta aquí.
    La verdad es que aquello parecía una locura, pero aquella chica eran tal dulce y bonita que le confesé lo mío con las palabras. Y a partir de ahí empezamos una conversación francamente interesante. Hzcé café, saqué galletas mientras las horas empezaron a irse rápidamente y sin permiso. Preparé un poco de cena para los dos, y continuamos hablando. Ella me contó que vivía sola en un pisito del barrio de la Salamandra y que era profesora de historia en un instituto, pero que últimamente estaba harta de dar clases. Parecía como si los chicos, en general, les importará tres pepino aprender. La mayoría de clases, se estaban convirtiendo en un campo de batalla y Mónica no sabía qué hacer. Se estaba plateando muy seriamente en canviar de trabajo.
-A mi me gusta mucho la historia. Tengo escritos libros, pero claro como no te dediques a dar clases la historia no da para comer y hoy día la cosa está verdaderamente muy complicada para buscar otro empleo. Lo estoy intentando no creas, pero francamente LA COSA ESTA NEGRA....
   Yo lo conté que trabajaba unas oficinas de una casa de seguros. Y en  mi ratos libre me gusta escuhar a Leonard Cohen, tocar la guitarra y hablar de cosas intrascendentes con mi amigo Borja, un sabio que sabia francamente muchas cosa que se pasaba el día en la Biblioteca del barrio y en el bar de debajo de mi casa. Borja bebe quizás un pelín demasiado, para la edad que tiene, pero nunca lo he visto borracho. El que suele emborracharse soy yo
  Monica me respondió entusiasmada que a ella también le gustaba mucho Leonard Cohen, así que no me lo pensé dos veces y, volví a poner el cede I´m your man.
-Así que tocas la guitarra
-Si un poco. Tan solo sé cinco o seis acordes. Lo que pasa es que me relaja y me va bien para hacerme preguntas.
-¿Y escribes? -Monica seguía interrogándome con cierto entusiasmo que desprenían sus ojos negros
-No, no escribo. La verdad es que el poema que dices que te invocó fue el primero.
-Pues oye te quedó bastante bien para ser el primero que hacias -Mónica hizo una pausa y bebió un poco de vino -Oye Carlos ¿Y porque no pones música al poema, y sigues los pasos de nuestro maestro Cohen?
-No sé, no sé me da bien cantar.
-Bueno Cohen lo que es cantar cantar, no cantar..Pero dice, y sabe decir muy bien
-Pero Cohen es Cohen y yo soy yo
-¿Y?
 Aprovechando el momento, como bien recomendaban El Club de los Poetas Muertos y los presocráticos me parece que también, volví a poner el disco del maestro Leonard Cohen.

"Now in Vienna there's ten pretty women
there's de shoulder where death comes to cry"

-¿Sabias que este vals que esta sonando es un poema de Federico Garcia Lorca? -comentó Monica totalmente entusiasmado al oír la música
-Algo había oído. La verdad es que este vals pone los pelos de punta.
-Y tanto.. No sé tu, pero cuando alguién descubre a es tío, ya no es igual. Su vida es más auténtica. Te morirás igual, pero hasta que eso ocurra cada instante será único. Y la propia muerte serà un acontecimiento brutal.

   La verdad es que aquella chica me estaba asustando por momentos, pero algo dentro brotaba como si fuera un sentimiento raro, espontanio y dulce como el amor. Aunque seguía atento, pero el vino estaba rico, y ella estaba también rica. De vez en cuando me pellizcaba por si estaba soñando. Pero no, pues comprobé que uno mismo también puede hacerse daño.

3
  La noche seguía como una misteriosa serpiente que se desliza en medio de un desierto lleno de belleza y deseo que va abriendo ventanas en el alma, y que evidencian que vivir no deja de ser un ejercicio de milagros entrelazados. El tiempo se detuvo, o no. Pues el tiempo no deja de ser un concepto del hombre para poder relacionar la velocidad entre los cuerpos.  
   La verdad es que el vino acompañaba a que el clima de la noche fuera lo más confortante posible a nuestras divagaciones. Así que aprovechando que la botella se había vaciado, abrí otra. . Mónica se había puesto cómoda en el sofá. Con un "¿Te importa?" se había desentendido de sus zapatitos y sus pies subieron en el sofá y se estiraron. Yo la contemplaba desde detrás de mis ojos y las palabras de nuevo me brotaron de la boca.
-Pues la verdad es que estoy muy a gusto. Parece como si nos conociéramos de toda la vida. Hacia tiempo que no tenía así una conversación con nadie.
.Yo tampoco. Y me da rabia. Parece como si nos diera pereza decirnos cosas. Tan sólo hablamos porque estamos obsesionados en llenar espacio, pero a penas decimos nada. La vida es una experiencia, no una carrera.
-Estoy absolutamente de acuerdo contigo.
  De repente me pasó por la cabeza enseñarle el montón de palabras que esa mañana. Mónica sonrió y con los pies descalzos me acompañó por el pasillo hasta el estudio. Abrí la luz, y cuando Mónica vio todas aquellas palabra se quedó absolutamente maravillada.
-Oye tío esto es una señal. Puedas empezar a escribir canciones, o lo que sea, esta misma madrugada.
-Pero Mónica yo no sé escribir.
-Si que sabes. Lo que pasa es que no sabes que sabes, pero esto está bien
 De repente me quedé paralizado, como cuando un ordenador se cuelga. Hasta que al fin le pregunté a Monica:
-¿Tu no serás una hada o algo así?
Monica se limitó a  a sonreir mientras me cogía de la mano llavándome a mi cuarto.
-Yo también te voy a mostrar unas palabras que seguro que te gustaran.


Dani Torralba, agosto 2012

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