La bandera del Barça ondea en el balcón que hay enfrente de
mi casa.
Es una bandera vieja, rasgada y descolorida, castigada por
el sol, el viento y la lluvia.
Al verla, he pensado en las relaciones que un día están
vivas y, otro día, muertas.
Al verla, he pensado en la grieta.
Los enamorados desconocen su existencia.
Sólo ven los cafés, los cines y las cenas.
Las parejas estables comienzan a tenerla en cuenta.
Ese gesto, ese comentario, esa mirada, esa respuesta.
La convivencia comienza y la grieta se hace algo más gruesa.
Qué manía, qué monotonía, qué dichosa tendencia.
Un día te casas y la grieta sigue igual de gruesa.
Un día malo, y se agujerea la tierra.
Un día bueno, y se cosen los dilemas.
Pero el sol, el viento y la lluvia seguirán azotando dentro y
fuera,
y de los dos depende renovar la bandera,
colorear la vida y besar la grieta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario